De acuerdo, lo admito.
Soy una enganchada, una adicta, una aficionada y una loca. Una loquesea-holic (qué término más divertido en inglés, aunque prefiera, por mi profesión, encontrar uno propio en mi lengua materna). Padezco una filia —del griego, amistad—, un amor hacia lo que puedo hacer con mis manos y con mis ojos.
Lo mismo me pongo a hacer un bizcocho (sin saber bien qué va a salir del invento) que te hago un cuello de punto. Que se lo digan a mi novio, el pobre, que cada día ve cómo mi cabecita echa humo y maquina de todo, incluyéndolo a él en diversos planes en los que no se creía con arte ni parte.
Y en mi cabeza, mientras hago esas cosas, ya hay otras diez que se está ya autoañadiendo a la lista de «deseos» o «pendientes» (no me gusta decir esta última demasiado, creo que transmite mucha negatividad, pero a veces entiendo que no la podemos obviar: es como un minicastigo para nosotros mismos. Tienes pendiente algo, debes hacerlo. Brrr, deber, otro verbo que no me gusta mucho).
Vale, es cierto: soy de las que va por la calle y se da con cada farola por detenerse a cada minuto a capturar y fotografiar lo que necesita; o porque estoy pensando en centenares de pequeñas creaciones que quiero plasmar. Claro, luego llegas a tu casa y lo que te encuentras dista mucho de ser tan creativo (bueno, según lo mires): gata hambrienta, chico que necesita abrazos, comida para táper de hoy y mañana, limpiar el hogar o, simplemente, caer redonda tras más de ocho horas de pantalla en el primer sofá que pilles.
Llamo a mi madre:
—Hoy he visto diez fotos. —le digo.
—¿Qué las has visto? ¿Dónde? ¿Has hecho un álbum?
—No, no, mamá. Que las he visto en mis ojos; que no podía capturarlas en ese momento.
Pongo cara de «qué poco entiendes mi frustración», aunque a través del teléfono dudo que llegue a su destino.
Tengo demasiada creatividad en la cabeza, ganas casi de escupirla en forma de repostería, punto, manualidades, creaciones... y en este diario, por supuesto. Diario o bitácora, por favor. Otro propósito que sugiero adoptar antes de que acabe este año: utilizar la palabra blog lo menos posible. Que nadie me llame bloguera o no responderé: os atizaré con mi pluma estilográfica, mis agujas de tejer o con mi rodillo de amasar.
No os creáis que soy una talibana ortográfica. Tiempo atrás pensé que sí, pero prefiero mantenerme al margen de etiquetas. Desde niña, pensé que eran odiosas y detesté que siempre hubiese alguien —incluso seres muy queridos— que me etiquetaran. Una mala costumbre de la sociedad, que hoy se ve desconcertada al encontrarse con individuos imposibles de clasificar por su variedad, diversidad y riqueza.
Bueno, a lo que vamos. Hay otra frustración: la de no tener, lógicamente, dinero y tiempo para invertir en todos los cachibaches y materiales que necesitas para crear y que quieres YA, ahora mismo, PARA AYER.
Vale, ahora me siento un poco mal, no frustrada, sino realmente mal. Hablo de que quiero todo para ayer, pero resulta que cuando un cliente o una agencia de traducción pide un trabajo para AYER a mí me entran los siete males.
En fin, que todo esto es otro gasto de letras para poder desahogarme aquí, para quienes se puedan ver identificados. De momento, tengo este pequeño diario; un gran paso para Pati, uno pequeño para la humanidad. ;-)
Crear, creación, creatividad, creador.
Arte, artista, artístico.
Te está pasando, ¿verdad? Algo que te reconcome por dentro; sientes que te faltan las horas y que querrías duplicar los días —y duplicarte tú— para poder hacer todo eso que te quema en los dedos, los ojos, hasta en la punta de los pies.
Hay que organizarse. Lo haremos, pero tengo que pensarlo y comentarlo en otra entrada más extensamente.
Mientras tanto, felicito a quienes se sientan creadores o creativos: sin eso, creo que para mí el alma está un poco más muerta. Todos somos creadores de algún modo, eso sin duda, pero... ¿cuándo sacamos realmente ese partido al creacionista que tenemos dentro?
El último que lea hoy, que apague la luz. Puede hacerlo con una palmada porque, después de todo, estamos en un mundo de creación e imaginación... por ahora.
Buenas noches.