viernes, 23 de diciembre de 2011

Y el dolor de los ojos ignorantes

El dolor de las cosas perdidas. El dolor de pensar que ganaste a base de más dolor.

Que los abrazos se transforman y se hacen de agua.
Que los cuerpos a veces parecen estaciones con paradas.

Y los lunares se confunden, porque no siempre tres se hacen en raya.

Porque a veces mis ojos aún siguen perdidos en aquel horizonte naranja donde se cruzaban vías, precisamente cuando yo pensaba que estaban perdidos en otro horizonte azul celeste, con montañas verdes y pureza que al final resultó ser escondite.

Eran cadenas. Cadenas de odio contenido por querer transformarlo en ignorancia.

Pero la ignorancia llega cuando uno quiere conocer, justamente.

No hay comentarios: