Que cuando tu mirada me sonríe la habitación se ilumina. Es una relación proporcional, directa y con todas las sumas matemáticas existentes. En positivo.
Hasta ayer parecía absurdo pronunciarlo siquiera, porque parecía demasiado urgente y sobre todo, demasiado excepcional, para poder admitirlo.
Que tengo miedo de que te deslices suavemente y un día sólo quede de ti algún que otro hilo de tu alma al borde de mi cama y no vuelvas más.
Porque yo siempre fui un corazón rojo al borde del ataque de amor, abierto como si estuviera en constante intervención médica y esperando que alguien lo cuidara para siempre.